martes, septiembre 07, 2010

EL BICENTENARIO

Lic. L. René Martínez Souvervielle Rivera.
rene@valledemexico.org.mx

Carece de sentido y de lógica, conmemorar algunas de las fechas más relevantes de nuestra historia, con fuegos artificiales, discursos, paradas militares, tablas gimnásticas, etc., tanto por el gasto destinado para el efecto, como por existir en este momento gran mayoría de la población sin trabajo, en una situación precaria, ofreciéndoles en compensación, diversiones, en espera de que dicha población atenúe su pesimismo y desencanto.

La juventud, en un alto porcentaje, no encuentra acceso a las escuelas y a las Universidades públicas, por estar agotado el cupo, sin posibilidad por falta de dinero, para estudiar en las escuelas y universidades privadas.

Se vive en México, con zozobra, con temor, con luto por estar expuesta la población a los embates de la guerra contra el narcotráfico, con el peligro además de ser secuestrado, extorsionado, robado o perder la vida por la delincuencia organizada que actúa con impunidad.

El movimiento que en su momento nos dio libertad y un siglo después, la convulsión social se tradujo en la Revolución Mexicana, fueron luchas por el pueblo mexicano en busca de una nación que contuviese sus anhelos y sus esperanzas; de allí, las constituciones de 1824, de 1857 y la de 1917, cada una de ellas en su momento y con el propósito de modelar la nación a los requerimientos de la población, que enarboló las armas, para vencer al conservadurismo, al fanatismo y a la explotación del hombre por el hombre.

Al pueblo le ha costado esfuerzo, sudor y sangre, el devenir de estos 200 años, pugnando para que hoy, México tenga un lugar en el concierto de las naciones y se le reconozca personalidad y su capacidad de lucha y tenacidad.

Hubiera sido lo máximo, lo ideal, que más que pirotecnia este festejo se hubiera llevado a cabo teniendo a la población con trabajo para sí y para su familia, los niños y la juventud estudiando, al campesino haciendo producir a su surco, al obrero en la fábrica, todos disfrutando de una economía estable, que produjera el bienestar y el buen comer. Este hubiera sido el marco ideal, pero la realidad desgraciadamente es otra.

Disfrutamos pues el festejo y gocémoslo con alegría.

Sin embargo, no olvidemos que debemos de trabajar juntos, con el Gobierno en sus tres niveles, para que desaparezca la violencia y el delito en nuestro país. Solamente unidos podremos lograr ese objetivo.

Debemos de luchar todos por esa paz, como intensamente buscar y consolidar a la democracia como forma de vida y de gobierno, meta que representa otro escalón en nuestra historia y que solo podremos alcanzar a través del diálogo, el respeto y la tolerancia como instrumentos.

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