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martes, julio 19, 2016

Nada que Perdonar, Mucho que Pensar

EDITORIAL Las disculpas del señor presidente Enrique Peña Nieto, causaron lo que sus consultores en imagen querían, reacciones de ira, enojo y burla. Desde que José López Portillo pidiera disculpas públicas por ineptitud, no se había presentado otro caso similar y conste que en ese entonces la figura presidencial no estaba como ahora denigrada. No fue una muestra de humildad, tampoco de sincero arrepentimiento, mas bien podría considerarse como un acto de cinismo encaminado a encubrir otro tipo de intereses, es importante no irse con la fachada de un cambio de actitud gubernamental, ni tampoco creer que es una estrategia para aminorar la mala imagen del PRI en vísperas de próximos procesos electorales, más bien creo yo, se trata de una estratagema bien ideada por las altas esferas del poder. En México nada se mueve si no lo autorizan las pocas familias, dueñas verdaderas de México, no es la dirigencia nacional del PRI, no es el señor presidente, ni la Cámara de Diputados o Senadores, las que idean el movimiento sistemático del país, son las familias más prolíferas las que lo hacen, aquellas que sin trabajar ganan millones de pesos por minuto en base al rendimiento de sus capitales. El pueblo de México no gana nada con los perdones, ya muerto la víctima no se le puede resucitar con disculpas, así que a prepararse para lo que sigue, el gobierno federal acondiciona el camino a la alternancia para los grupos afines a los intereses del sistema sin importar los colores, "total si el cielo es azul", decía el clero en 1999. Las disculpas de Peña Nieto en el marco del anuncio contra la corrupción, reitero, es un acto bien elaborado como cortina de humo, preparativo a lo que sigue. Toda acción provoca una reacción, es una ley ineludible en la física y también en la política.

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